
APPA Renovables: En los últimos tres años no se ha conectado ni un solo MW de biomasa para generación eléctrica en España 2y4663
Por Paola Pedraza. España lidera la transición energética con un fuerte impulso hacia la solar y la eólica, tecnologías que han experimentado un notable crecimiento en los últimos años. Sin embargo, la biomasa, con un gran potencial en sectores como el forestal y agrícola, sigue sin recibir la atención que merece. A pesar de contar con recursos abundantes, su desarrollo se ve limitado por la falta de incentivos y un marco regulador que impulse nuevos proyectos. En una entrevista exclusiva con Review Energy, José María González, director general de APPA Renovables, explicó las dificultades del sector y ofreció su visión sobre el futuro de la biomasa en España. 1c2i47
Review Energy (R.E.): A diferencia de tecnologías como la eólica y la solar, en el caso de la biomasa, parece haber una menor actualización de datos. ¿A qué se debe esta "falta" de actualización en las estadísticas?
José María González (J.M.G.): A diferencia de las tecnologías renovables eléctricas mencionadas, la biomasa para generación eléctrica no tiene el mismo nivel de actividad. En los últimos 3 años (2022-2024) se han instalado 16.678 MW de fotovoltaica para venta a red, 6.023 MW de fotovoltaica para autoconsumo y 3.275 MW de eólica. Sin embargo, en ese tiempo no se ha conectado ni un solo megavatio de biomasa para generación eléctrica, a pesar de que se trata de una tecnología probada, gestionable y que otorga robustez y flexibilidad a nuestro sistema eléctrico. Desde el año 2019 no se ponen en marcha ninguna central de biomasa, estas plantas vienen de la subasta del año 2016.
Lamentablemente, a pesar de esa parálisis que atraviesa el sector, no hemos visto nuevas medidas específicas destinadas a incentivar la incorporación de esta potencia a nuestra red. En octubre del año 2022 se adjudicaron 3 proyectos (a las compañías Acciona Energía, Reolum y Hunosa) en una nueva subasta del Régimen Económico de las Energías Renovables (REER) de 146 MW de biomasa, que se tendrán que poner en marcha a mediados de 2027.
No obstante, desde ese año 2022 no hemos tenido ninguna nueva subasta, algo que necesitamos con cierta urgencia, porque tenemos sobre la mesa un escenario de cierre de centrales nucleares. Estas centrales aportan potencia firme al sistema, y las nuevas centrales de biomasa podrían, al menos en parte, cubrir ese vacío con potencia renovable firme y gestionable.
No sólo esto, sino que a la hora de reconocer los costes en los que incurren las plantas existentes, el regulador no tiene en cuenta la verdadera inflación experimentada por el sector, esto dificulta la inversión en nuevos proyectos.
En un contexto con grandes diferencias de precios intradiarios y con un calendario de cierre de centrales nucleares, es más que necesario incorporar generación renovable firme y gestionable al sistema, pero es el regulador el que debe poner las condiciones necesarias, garantizando que los proyectos actuales reciben una retribución justa, esto es esencial para que esas mismas empresas o nuevas compañías apuesten por nuevos proyectos.
R.E.: España está por debajo de la media europea en el uso de bioenergía. ¿Qué lecciones podemos aprender de países como Francia o Portugal para aumentar nuestra integración de biomasa?
J.M.G.: No es sólo que estemos muy por debajo de la media europea, es que somos de los países con más capital y potencial biomásico y, lamentablemente, no lo estamos utilizando. Esto es aplicable tanto para biomasa sólida como para biogás. Existen empresas y profesionales que están deseando poder desarrollar proyectos y explotar la bioenergía de nuestro país. Los ejemplos que se citan son espejos donde mirarnos si queremos desarrollar esta energía autóctona.
Francia ha fomentado la biomasa a través de contratos de compra de energía a largo plazo y subastas específicas, lo que ha brindado estabilidad a los inversores. Portugal, por su parte, ha dinamizado el sector con incentivos fiscales y tarifas atractivas. España podría fortalecer sus ayudas y establecer un marco normativo más predecible para atraer inversión, deberíamos apostar por una política general a nivel nacional de aprovechamiento de nuestros recursos, que tenga en cuenta las externalidades positivas, que son horizontales y afectan a muchos ámbitos: la lucha contra los incendios, deforestación, cuidado de montes, etc..
El aprovechamiento eficiente de los residuos agroforestales ha sido clave en Portugal, donde la biomasa se ha vinculado con la gestión forestal, reduciendo el riesgo de incendios y generando empleo rural. España, con una vasta superficie forestal, podría optimizar la valorización energética de residuos agrícolas y forestales, promoviendo su uso local y sostenible.
En general, debemos aprender de los países de nuestro entorno que la simplificación istrativa no está reñida con el cumplimiento de la regulación. Debemos exigir que las empresas cumplan la ley, pero también debemos exigir a la istración que no paralice el desarrollo. España debe reducir la burocracia en permisos y licencias para acelerar el despliegue del sector.
R.E.: A pesar de su resiliencia, ¿qué medidas podrían tomarse para hacer aún más competitivo el mercado de pellets?
J.M.G.: Los usos térmicos son fundamentales para que alcancemos las metas, porque los grandes cambios los hemos vivido en el sector eléctrico y la electricidad únicamente representa el 25% de la energía en España.
Las calderas de biomasa que utilizan pellets son una alternativa renovable a los combustibles fósiles y deben ser contempladas dentro de las distintas opciones disponibles, como también lo es la bomba de calor. Los objetivos que tenemos marcados, tanto de uso de renovables como de descarbonización, nos llevan a sustituir nuestra dependencia de combustibles fósiles.
El objetivo debería ser, por lo tanto, actuar bajo el principio de “quien contamina, paga” y penalizar el uso de gas y gasóil en calefacción para reducir nuestras emisiones, e incentivar el uso de alternativas renovables como los pellets. Con esto en mente, el mercado de pellets necesita medidas para ser aún más competitivo. Asegurar un suministro estable de materia prima es fundamental, ya que la competencia con otros usos industriales puede generar tensiones en la oferta. Un mayor fomento del autoconsumo industrial térmico garantizaría una demanda sostenida, especialmente en sectores como la agroindustria.
Tal y como hemos pedido para el autoconsumo y se ha hecho con la bomba de calor en Italia, los incentivos fiscales dinamizarían la compra de calderas, siguiendo el modelo de Alemania y Austria, países que ya han aplicado estos incentivos a las calderas de pellets con un buen resultado. Por último, la estandarización de calidad y la optimización logística reducirían costes e incertidumbre, haciendo más eficiente la distribución y comercialización del pellet.
R.E.: El PNIEC 2023 fija un objetivo de 1,4 GW de biomasa para 2030. ¿Qué pasos concretos cree que deben darse para alcanzar o incluso superar esta meta?
J.M.G.: En primer lugar, es fundamental que los criterios retributivos de las plantas sean suficientes para garantizar la operación de las mismas. La biomasa no puede competir en precio con fotovoltaica y eólica, pero si se tienen en cuenta todas las externalidades positivas (gestionabilidad, firmeza, creación de empleo, desarrollo de la economía rural, limpieza de bosques, valoración de residuos, disminución de incendios…) es una tecnología que le sale muy barata a nuestro país.
El siguiente paso es incorporar nueva potencia, para ello España debe volver a convocar subastas que garanticen una retribución estable y atraigan inversión en nuevas plantas.
La cogeneración con biomasa en industrias como la papelera o agroalimentaria permitiría reducir la dependencia de combustibles fósiles y mejorar la eficiencia energética. También es clave optimizar la valorización de residuos agroforestales para reducir costes y minimizar el impacto ambiental. La agilización de permisos y un marco regulador más predecible facilitarían la puesta en marcha de nuevos proyectos.
Además, impulsar redes de calor en municipios fríos y mejorar el a financiación mediante créditos verdes y fondos europeos hará viable la expansión de esta tecnología. Todas las medidas mencionadas deberían ponerse en marcha lo antes posible si tenemos una mínima esperanza de incorporar los proyectos antes del fin de 2030.
R.E.: ¿Cuál es el panorama al que la biomasa se tendrá que enfrentar en 2025?
J.M.G.: Lamentablemente, no soy especialmente optimista para el 2025, porque no hemos visto señales en este sentido del regulador hasta la fecha. No hemos visto un calendario de nuevas subastas o incentivos, y esto dificultará nuevas inversiones.
En el ámbito eléctrico, la solar y la eólica continuarán expandiéndose con unos costes de generación muy bajos, reduciendo mucho el hueco térmico. Sin embargo, de mantenerse el calendario de cierre de centrales nucleares, podría existir una oportunidad competitiva para la biomasa, al ser esta una tecnología gestionable y que aporta potencia firme. Cuando hablamos de que el cierre de centrales nucleares aumentará el consumo de gas, muchas veces nos olvidamos de soluciones como la biomasa para generación eléctrica.
En lo referente a la biomasa para usos térmicos, las amenazas a este sector son, principalmente dos. Por un lado, el rápido desarrollo de la aerotermia y otras bombas de calor, que alcanzan cada vez temperaturas más altas y, al usar electricidad, no generan los problemas logísticos de la biomasa térmica. Adicionalmente, las bombas de calor proporcionan frío en verano y es una solución muy competitiva en costes, por lo que la biomasa térmica deberá buscar su nicho específico de mercado donde cuente con ventajas competitivas. Por otro lado, los criterios de sostenibilidad, cada vez más severos, que nos llegan de Europa. Son criterios que no están pensados para España, pero que nos afectan igual y podrían generar barreras para el desarrollo.
Como vemos, 2025 va a ser un año de grandes desafíos para la biomasa, si aplicamos medidas, y lo hacemos pronto, podremos aprovechar su potencial. Es clave que el regulador dé los pasos adecuados.
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